miércoles, 29 de diciembre de 2010

El Centro de Estudiantes, parte 2

Luego de triunfar en la elecciones y celebrar todo lo que se pudo fue momento de empezar la gestión. Yo tenía mis dudas de que pudiera ser manejable el hecho de ser tantos y sin una cabeza definida, ya que en la práctica todos tenían las mismas funciones y una opinión con el mismo peso. La forma de gestionar el centro de estudiantes fue mediante debates semanales.

Cada semana, los viernes en la noche en el cuarto piso se realizaba la sesión. El secretario de actas fue David García y el moderador Antonio Dalmau aunque también podía ser otro, incluso yo en alguna oportunidad. El principio que adoptamos para realizar un buen debate era hablar sólo cuando se le daba a alguien la palabra, aunque ya se imaginarán que esto fue muy difícil de llevar. Y a veces se llegaba a debates muy acalorados aunque generalmente todo llegaba a un buen término. Después de las reuniones se volvió un ritual obligatorio ir a comer chifa en un restaurant que ya no existe en Habich que servía bien tay pa, hay que reconocer , y al alcance de nuestros modestos bolsillos de estudiante y donde Roberto se pedía un misterioso chaufa montado con dos huevos.

Puedo decir que aprendí mucho de estas sesiones, sobre lo que significa la democracia, el respeto a la opinión distinta y acatar lo que dice la mayoría salvo en el caso en que se abusa la democracia en favor de la impunidad y el aprovechamiento personal. Eso pasó una vez, dos individuos sacaron varias impresiones de la máquina del centro para sus informes y no pagaron nada de nada. Cada impresión era 50 céntimos, bastante para nuestro magro presupuesto, y si sacan la cuenta de que al menos sacaron 20 hojas. Yo denuncié este hecho, fueron encontrados culpables y a la vez eran confesos, pero como la gente era pata de ellos, se votó por no hacerles pagar nada ni sancionarlos de alguna forma. La gente se reía de la palomillada, como lo hacen ciertos políticos cuando se hacen los vivos y eso me irritó bastante, lo que hice fue decir que yo no podía estar en ese centro de gente corrupta y que renunciaba a mi cargo, tras lo cual dejé el lugar.

La gente me buscaba y me decía que regrese que no era nada pero nadie entendía que eso no era por la plata sino por nuestros principios y por la razón de ser elegidos. Al final la gente entró en razón, me dijeron que volviera porque iba a haber otro juicio y que esta vez sería justo. Dicho y hecho volví y se sancionó a esos dos individuos además del dinero que había que reponer.

Cuando alguno de nosotros no cumplía alguna de sus tareas existía una lista de multas para nosotros. Creo que uno llegó a pagar unos 30 soles en total. Creo que en cierto momento se logró una disciplina entre nosotros y todo funcionaba bien. Se lograron algunas cosas que nos costaron pero el trabajo en equipo y la colaboración de todos la hacía posible. Teníamos el periódico mural actualizado cada semana, la biblioteca ordenada y con tarjetas de lectura, la impresora funcionando, máquinas a disposición de los estudiantes, la sala de lectura limpia y sin gente que grite, etc.

Espero escribir pronto la tercera parte y final de esta reseña. Hasta la próxima.

miércoles, 13 de octubre de 2010

El Centro de Estudiantes, parte 1

Recuerdo que cuando cachimbo en mi primera clase, que era la de Química I, llegó una agradable chica y su amigo, eran Jessica Gordillo y César Castromonte. Cuando la gente dejó de piropear a Jessica, pudieron darnos el saludo de bienvenida a la facultad y nos decían que ellos estaban a nuestra disposición para cualquier consulta sobre la vida en la facultad, también dijeron que nos harían una recepción y que habría bocaditos :P. Yo, en ese tiempo, era muy meticuloso con mis estudios así que para mí cero distracciones. Pero aquellos que sí fueron, me contaron que la pasaron bien y vi que se hicieron amigos de varios allí. Hasta uno consiguió enamorada con la cual se quedó varios años. Qué mala suerte, quizás allí hubiera conocido a alguien :P pero esa es otra historia.

Luego de esa directiva que se portó bien con nosotros, llegó otra, presidida por José Diaz, que también se veía interesante. Allí sí me acerqué más, vi que eran 13 al principio pero fueron desertando tantos que quedaron tres. El centro no funcionaba bien pese a la voluntad de esos valientes y un grupo cercano de amigos, incluyéndome, formó el grupo de apoyo con lo cual el centro de estudiantes otra vez tenía gente y se trabajó bien allí, fue más o menos eficiente. Esa gente estaba motivada para formar la lista siguiente y por cosas del destino querían que yo fuera el secretario general. Me gustó mucho la idea pero vi que el grupo después de todo era muy heterogéneo y no había un consenso sobre la intención de querer formar una lista. Habiendo tan pocos, decidí no postular y se disolvió ese grupo.

Yo no oculto mi gusto por participar en la vida política, de hecho estuve en el Consejo de Facultad dos veces,  entonces a mí me quedaba aún la idea de hacer una lista, tenía muchos potenciales votantes porque conocía gente de todos los códigos incluyendo a los cachimbos. Pensé en la gente de mi código (97-2) pero tuve una mala experiencia de trabajo en equipo con ellos, en el Expociencia 98, así que cuando me invitaron dije ¡con ustedes nunca más!.

En eso encontré otra lista que se formaba, de la mancha del código 98-I, de esa gente conocía a Christian Oliva (además promoción del colegio), David García y Oscar Chacaltana. entre otros. Faltaba justo uno para completar la lista, aunque yo no era del código fue bienvenida mi participación. Ese fue el principio de una alianza y amistad muy entrañable con ellos.

Ya teníamos muchos votos asegurados, la gente que iba a votar por mi lista anterior se puso de parte nuestra y ya parecía un hecho que llegaríamos a la directiva pero mi código se repotenció, pusieron de cabeza de lista al carismático Deca (José Luis Palomino) y juntaron gente de otros códigos, claro que la mayoría era de mi código (97-II). Nosotros no les dimos mayor importancia, sabíamos que eran relajados y que no alcanzarían ni siquiera a entregar la lista de firmas necesarias para la postulación.

Cuando apenas había terminado el plazo para recibir candidatos, nos enteramos que esa lista se había presentado. Nos preocupamos un poco pero no lo suficiente. La elecciones eran el miércoles de la siguiente semana, habría debate el lunes. Sólo nos preparábamos para eso. El sábado la facultad amaneció con algo extraño, supimos que la gente de la lista aquella estuvo en ACECOM varias horas. Luego se fueron a Metro (jaja nuestro servicio de inteligencia funcionaba bien), quién sabe a qué y al volver y pasar un par de horas, vimos un afiche gigante colgado con la cara de Deca, con una sonrisa rara y sus dedos haciendo la V que era también porque se trataba de la lista 2 y estaban repartiendo volantes con sus promesas y con las fotos de sus 13 miembros (para eso fueron a metro :P), ¡y nosotros no habíamos hecho nada!. Para el lunes ya mucha gente se había puesto de su lado, aunque el debate lo ganamos nosotros tras un emotivo discurso emitido por Oscar Chacaltana y redactado por Roberto Suárez, superando al discurso improvisado y sincero de Deca.

Esa noche nos juntamos todos en la casa de Christian a diseñar la estrategia de emergencia, la preparación de volantes y también de carteles, los cuales hicimos con muchísimo cuidado, recortando una a una las letras y luego colocándolas en una elegante tela azul, fue una amanecida terrible. Yo regresé a mi casa a las 7 am, me la pasé durmiendo, mientras que mis amigos, guitarra en mano, hablaban en los pasillos de la facultad de nuestro plan y la gente que teníamos. Yo llegué en la tarde a la UNI y me contaron sobre eso.

El día de la elección, todos estábamos súper nerviosos, para mala suerte nuestra, varios de los miembros de mesa simpatizaban con la lista 2 abiertamente pero no se podía hacer nada. Yo paseaba nervioso por los pasillos, los amigos físicos tenían práctica en el cuarto piso. Poco antes de las cuatro, yo estaba entrando a la facultad cuando se iban 4 amigas. Yo las saludé y les pregunté por si acaso si ya habían votado, me dijeron que no porque acababan de salir del laboratorio y pensaban que ya se había acabado, yo le dije noooo, por favor vengan a votar :). Los hicieron, y además como eran amigas mías (ellas ingresaron el 2000-I) sabía que estarían a mi favor tal como me lo dijeron luego de votar.

Y de allí ya se cerró la elección. Fueron al centro de estudiantes que estaba administrado por el comité electoral. Los malditos daban "flashes" mientras contaban. Íbamos perdiendo al principio, pero mientras avanzaba el conteo la situación era oscilante, a veces ellos arriba a veces ellos abajo de nosotros, ¡malditoooooos!. Hasta que se llegó al 100%, salió un pata diciéndoles a los de la lista 2 ¡hicimos todo lo que pudimos!, y se anunciaron los resultados, ¡Lista 1: 147 votos!, ¡Lista 2: 144 votos!, ganadores: ¡Lista 1!, el júbilo estalló entre nuestra gente, fuimos al cuarto piso a avisarles a los que daban práctica. Qué alucinante, los cuatro votos que nos permitieron ganar esa vez, fueron de esas cuatro amigas que logré captar poco antes de que se acabaran las elecciones.

Muy feliz, mi gente fue a celebrar la victoria, yo aún no iba a las celebraciones porque mi disciplina de aquellos tiempos no me lo permitía aunque eso iba a cambiar muy pronto...

continuará...

domingo, 12 de septiembre de 2010

Blog interesante

Allí, Michael Hurtado coloca cosas de divulgación matemática muy interesantes.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Yo también volé...

Así es, todos volamos alguna vez, unos más alto que otros y otros ya se volvieron animales aéros, otros como las codornices que vuelan pero muy poco. En mi caso fueron por cursos no matemáticos o pseudo-matemáticos jajajaja no mentira, computación y análisis numérico son áreas respetables del conocimiento para mí.

Comencemos con la primera vez que sentí que para volar no hacen faltan ni alas ni hierbas alucinógenas. Fue el curso de computación I. En esos tiempos (1997) tener computadora no era algo habitual, de hecho era alarmante ver cómo algunos de mis compañeros no sabían ni encenderla y otros peor no sabían pasar de una línea a otra o copiar y pegar.  Sin contar que nuestro laboratorio de cómputo daba pena con esas computadoras viejas y software 100% pirata. Es alucinante pensar que había un procedimiento entre los técnicos para formatear todas las máquinas en caso de que el INDECOPI llegara en operativo. Yo alguna vez tuve computadora en la secundaria pero sólo con jueguitos y cosas simples. Así que el profesor empezó el curso hablándonos de pseudo-códigos y algoritmos. La mayoría voló al toque incluyéndome pero traté de aferrarme a la vida, tratando de estudiar y practicar el mayor tiempo posible pero nada, sin computadora no era fácil. El salón se dividió en dos partes para la práctica: Una de ellas estaba con un profesor displicente, algo "coquetón" con sus alumnas, en ese grupo pasaron absolutamente todos. En el otro grupo, donde me encontraba, era un profesor que era pura finta pero tranqueaba a nuestras pobres mentes. Mis notas no pasaban de 10, un 3 por allí en esos absurdos exámenes que dábamos ¡programar en papel!. Para aquellos que piensen que eso es didáctico, les pido recordar que no todos teníamos el talento ni la práctica para eso. Así que pensé que este sería mi primer jalado de la universidad. Por suerte un mes y algo antes de que acabe el curso mi papá accedió a mis súplicas y me compró una computadora. Con un disco de 800 megas no más pero lo suficiente para practicar. De allí mi ojos empezaron a volverse como los de un lechuzón de tantas amanecidas programando, tratando de salvar mi ya mancillado honor. Y con un 20 en el examen final pude aprobar con ¡10 de promedio!, de forma espectacular como diría Orestes. En mi grupo pasamos dos, uno que pensé que era un genio de la computación pero no, estaba estudiando ingeniería de sistemas en San Marcos, ¡así no valeeeeeeeeee! y yo. Después de ese semestre, los cursos de computación ya no se me hicieron difíciles.

Después el otro curso maldito fue Química 2. El primer curso lo recibí con una súper profesora: Gina Chiarella. No me gustó la química de la academia pero esta profesora era genial. En el segundo ciclo, el curso fue espantoso con un profesor súper nervioso. Yo siempre fiel a la clase, incluso en la época del mundial de Francia 98, en el que a veces yo era el único que iba a clase aunque también se cruzaba con Dragon Ball (de 10 a 12). El imbécil ese dijo, "aah si tienen una buena asistencia, les podría subir un punto si hiciera falta". A mí no me interesaba eso pero igual lo anoté en mi cerebro. Nunca entendí la lógica de la química, realmente me esforzaba pero mi mente no era capaz de procesar ese conocimiento. Luego del final, pasó lo más triste, me faltaba un punto para pasar, le reclamé ese punto al infeliz aquel pero me dijo que no, que no podía hacer eso. En mi cabeza le mandé saludos a su viejita, saqué el Chang de la biblioteca y me encerré en mi casa desde ese viernes hasta el lunes en la mañana en que fue el susti.  Felizmente aprobé esa nota, con 10 igual pero honorífico. Mi motivación principal fue el hecho de no poder llevar cursos realmente interesantes como Cálculo Avanzado y Álgebra Lineal I.

Una motivación parecida fue la que me hizo pasar Economía. El profesor de esos tiempos era una persona súper recalcitrante (ver aquí). Allí pasé con más nota (11) pero tuve que ir al susti también.

Los siguientes cursos fueron una saga completa: Análisis Numérico I y II. El profesor era magnífico: Alessandri Canchoa. Era bastante respetable su teoría. El problema es que ese curso es meramente práctico, pero la profesora no sabía explicar nada y se veía que estaba en la calle como el resto de sus colegas de la rama que generalmente tienen un nivel matemático muy bajo en esa época. Lo peor es que estos cursos se cruzaron con mi peor etapa académica (ver aquí). Ambos cursos los pasé con 10, siempre con un parcial desastroso y un final pasando en forma espectacular, en especial el segundo que contra todo pronóstico, necesitaba 13 y saqué esa nota, además que fui el único aprobado en el final. Ah podía acariciar la gloria con mis manos :P.

Sé que para la mayoría de ustedes, algunos de estos cursos no fueron problema, en mi mente pasa algo que no llega a procesar esas cosas o quizás no tuve profesores suficientemente motivadores. Tuve cursos mucho más difíciles pero en los que no me fue mal ni tengo un mal recuerdo porque los profesores, pese al alto nivel que exigían, siempre estuvieron prestos a explicarme y ayudarme en lo posible. Creo que ningún curso es para volar si tienen un profesor que está dispuesto a orientarlos de la mejor forma. Mi gratitud a todos ellos, creo que si en esos cursos no me hubiera ido bien, yo ahora no sería matemático.

¿En qué cursos se sintieron volar?, ¿fue culpa de ustedes, el profesor, el tema?
Gracias por su preferencia, hasta pronto.

domingo, 29 de agosto de 2010

La Matemática y los Viajes

Cuando estaba en la secundaria, mi curso favorito era por supuesto... la música. Pasaba horas en la sala de ensayo de mi colegio, aprendiendo todo lo que pudiese sobre la música y también varias instrumentos. Quería ser un trombonista clásico y me preparaba para ello. Pero, fue triste el darme cuenta que eso estaba muy fuera de mi alcance. Necesitaba un trombón de al menos mil billetes verdes y profesores particulares que cobraban en esta moneda para entrar al conservatorio por el que incluso se tiene que pagar.

Así que cuando mi papá me preguntó qué iba a hacer con mi vida, después de pensar un poco dije: bueno, estudiaré ingeniería de algo supongo. Mi papá muy entusiasmado me dijo que podía matricularme en el CEPRE-UNI en el segundo semestre de mi quinto de media.

Mientras estaba en este lugar vi desfilar varios profesores excelentes pero ninguno como el profesor de geometría: José Obregón. Un pata que es ingeniero eléctrico y que está enamorado de la geometría. Las clases maravillosas que nos daba terminaron por convencerme que lo mío no es la ingeniería sino la matemática, no podía pasar mi vida sin conocer las cosas maravillosas que allí existían. Vi que la dedución lógica de resultados era un manjar delicioso y difícil de olvidar. Así que cuando tuve que marcar mis opciones de ingreso, de las nueve que ofrecían en el CEPRE, sólo marqué la primera con la opción N2, es decir matemática.

A mi papá no le cayó muy bien la noticia, pese a que él es físico y además fue profesor de nuestra querida facultad. Me decía que en esta profesión iba a pasar muchas penurias como sus colegas que tienen que trabajar en varios lugares para tener una vida decorosa. Hasta me presentó unos cuantos. Mi papá tenía bastante razón y sabiduría en lo que decía, ahora lo sé aún más que en esa época. Necesitaba un argumento fuerte que lo convenciera de que esto era realmente lo mío. Mi papá viajó mucho gracias a su carrera y se podría decir que ese era su mayor orgullo académico. Entonces le dije: Papá, no te preocupes, yo no voy a ser alguien mediocre, yo voy a ser bueno y viajaré antes de que lo hicieras tú en tu época. Él se quedó perplejo y parece que la convicción con la que dije esas palabras ganó el respeto a mi decisión. Así que postulé a matemática, la agarré la segunda vez cuando puse en mis opciones: N2 y N1.

Pasó el tiempo y en quinto año pude sentir que cumplía la promesa que le hice a mi papá aquella vez: me fui becado a España dos meses en el Programa de Cooperación Universitaria de la Agencia Española de Cooperación Internacional. Cuando estaba en el avión recordé feliz eso que le había prometido a él.

Esta fue la primera vez que viajé fuera del país y fue debido a mis estudios. En ese viaje aprendí que gracias a nuestras carreras de ciencias es posible conocer el mundo, ganar becas y todo lo demás. Entendí que esos esfuerzos hechos en los primeros años de mi carrera aparentemente inútiles, como no salir, dedicarme a estudiar todos los días, evitar distracciones, etc. fueron realmente valiosos para conseguir eso.

Y luego volví a salir en otras ocasiones, en este caso ya fue por intermedio del IMCA. Fui becado a Brasil para hacer dos cursos de verano en el IMPA. Era la primera vez que veía un instituto matemático de nivel mundial y los monstruos que allí habitan. Después pude ir al Congreso Latinoamericano de Álgebra. como parte de un proyecto del CONCYTEC, que se realizó en Uruguay y su continuación en Argentina. Después obtuve una beca en el CONCYTEC para ir a estudiar a Francia.

Para todos estos viajes no tuve que poner ni un céntimo de mi bolsillo. Cuando uno es estudiante y ve que los estudios son complicados y que a veces hay sacrificios por hacer, uno no es capaz de saber las cosas que se pueden lograr en un futuro. Yo puedo decirles que si le ponen realmente muchas muchas ganas a esto, todo lo demás cae por su propio peso. Nuestra modesta casa de estudios es realmente un trampolín a muchas posibilidades de estudios. Y tampoco la magnitud de las notas pesa demasiado en esto sino la actividad que ustedes presenten. Hay muchas convocatorias que quedan desiertas simplemente porque no hay gente que postule, cada uno de nosotros que quiere acceder a alguna de éstas debe estar viendo estas posibilidades en cada embajada, en la oficina de la OCIC de la UNI encargada de difundir las becas (y que no lo hace con mucha eficiencia).

Así que gente, nunca piensen que el mundo está demasiado lejos de ustedes, ya estudiando aquí, poniéndole mucho empeño y el talento que ya poseen por el hecho de estar en nuestra querida facultad, llegarán a donde ustedes quieran. En ese repaso del curso, en eso de preguntar a los profesores, en eso de querer saber más de lo que se les imparte en la universidad, en ese tono que te perdiste por no dejar pasar una clase sin aprender, en ese examen para el cual estudiaste mucho, en todas estas cosas se encuentra tu boleto para salir al mundo a hacerlo tuyo.

Así que adelante, a ser mejores cada día que todo su esfuerzo tendrá su recompensa.

Hasta la próxima queridos amigos

viernes, 13 de agosto de 2010

¿De qué le sirve a la sociedad que nos dediquemos a las "ciencias puras"?

Antes de que alguien se ponga exquisito con eso de puro o aplicado, quiero aclarar que me refiero a estudiar ciencias con el simple fin de conocer más. Aquí ya no hablo de vocación de servicio ni de hacer patria. Simplemente de hacer ciencia por hambre de conocimientos visto desde el punto de vista social. ¿Cuál podría ser nuestro aporte a la sociedad?, ¿qué producimos?.

Esta pregunta casi filosófica es importante porque teniendo nosotros una respuesta clara podemos fundamentar ante los demás la importancia de apoyarnos o simplemente para sentirnos útiles ante los demás si nos cabe esa curiosidad. Y también creo que tiene importancia preguntarse esto al momento de pedir presupuestos y subvenciones ya que siempre aquellos que tienen actividades de cercanía más evidente a la generación de recursos querrán tenernos menos en cuenta. No debemos olvidar el nefasto episodio de nuestra historia científica donde se cerró el IMUNI que comenzaba a ser un instituto de matemática importante en Perú, que juntó a brillantes mentes e hizo que vinieran matemáticos extranjeros de talla mundial a dar cursos y seminarios como Laurent Schwartz,  padre de la teoría de distribuciones y ganador de la medalla Fields , Jean-Louis Koszul entre otros y en donde se formaron matemáticos de prestigio como se menciona en la página 6 de este enlace. Lamentablemente el oscurantismo de gente ajena al mundo científico hizo que se cerrara dicho instituto.

Un amigo médico me preguntó: ¿Y cuál es tu aporte a la comunidad estudiando esas cosas tan abstractas?. Lejos de querer atacarlo de alguna forma como hubieran hecho muchos diciendo que igual el arte o la filosofía no tiene que servir para algo para existir, quise entender su bien intencionada curiosidad y le respondí de la siguiente forma:
Por ejemplo, piensa en un biólogo citólogo (citología: estudio de las células). Esa persona conoce mucho mejor el tema que un médico de cualquier especialidad porque su objeto de estudio es ése y nadie podría ser el más indicado para impartir sus conocimientos a aquellos que los usarán de forma más directa y quizás aplicada a cosas más tangibles como el tratamiento de enfermedades. Él conoce a profundidad las interacciones entre las células y el porqué de muchas de ellas. Quizás él lo hace por el simple interés de conocer más pero ese conocimiento sirve de respaldo a aquellos que lo usarán en aplicaciones.

Y creo que entendió bien la idea. Alguien debía encargarse de cultivar cierto conocimiento para ser luego impartido entre los demás que probablemente sólo usen sus resultados mas no estén interesados en conocerlo en profundidad.

Lo mismo pasa en matemáticas, un experto en geometría está interesando en conocer más sobre el asunto por simple gusto personal e interés científico pero sus conocimientos impartidos entre matemáticos de otras especialidades hará que éstos se sirvan de éstos para sus propios intereses que pueden salir inclusive de la matemática como en física o en economía. A su vez, un geómetra podría encargarse de cursos más elementales con consciencia de qué temas será necesarios para ser usados en cursos posteriores.

Y ustedes, ¿qué le responderían al público en general que pregunta sobre la repercusión de su área de estudios en la sociedad en su conjunto?, ¿cómo sustentamos nuestra importancia como para que un país nos destine recursos?.

P.D: Pediré que sus respuestas sean al tema y si bien yo soy quien soy, invocaré a que no hagan referencias directas hacia mí sino quizás a todos aquellos que estén interesados en leer esto.

domingo, 1 de agosto de 2010

Ser un hombre de ciencia en Perú, ¿locura?

¿Será que inscribirse en las carreras de ciencias en el Perú es una locura?. Mmm pienso que locura para los que no ven en esto una posibilidad de sentirse realizado. Pero no seamos egoístas, intentemos explicar un poco nuestras posibles motivaciones.

Sé que muchos compañeros y colegas cayeron de casualidad aquí, entiendo su motivación para salir adelante y para aquellos que no puedan irse o no quieran también hay cosas para lograr.

Comenzaré hablando de las ventajas materiales. Para comenzar, si uno quiere sacarle provecho a un proyecto, uno tiene que tratar de ser lo mejor posible, no mejor que los demás sino siempre mejor que uno mismo cada día. Así que  no hablaremos mucho del destino de aquellos que no se esfuerzan verdaderamente. Si a uno le va aceptablemente bien en ciencias lo que es casi inmediato es que podrá salir del país a perfeccionarse. Pienso que eso es básico para alguien que quiera vivir de las ciencias, en la universidad uno no aprende cosas que necesariamente servirán, lo que uno debe poder conseguir es "aprender a aprender".

Las posibilidades afuera son muchas, si se aprendió inglés se puede ir a donde sea, países angloparlantes, Europa, Canadá, Japón, China, Rusia, etc. y si no tenemos en Latinoamérica y España alternativas interesanes. Quizás no lo sepas o quizás sí, pero en los países que están en desarrollo (incluyendo a los desarrollados) tratan de captar la mayor cantidad de cerebros para aumentar su capital humano. Y lo hacen ofreciendo becas y facilidades por montones a aquellos que destacan en sus respectivos países. Durante esas becas, se habitúan al país, a la cultura, a la gente y normalmente uno se pone a comparar con el país de origen y se da cuenta quizás que ya no podría volver a acostumbrarse a lo de antes. Quizás conozcan el amor por allá y todo eso. Los salarios que empiezan a ganar allá, las tantas facilidades para el trabajo científico hacen que cualquiera tenga ganas de quedarse a vivir gozando lo que más les gusta y ganando un dinero proporcional al trabajo que se realiza. Quizás empiece a sentir que él se lo ganó solo y que su país no invirtió ni un centavo en su progreso. Lo cual en cierta medida puede ser cierto. Algunos ya son unas eminencias en sus áreas y no sienten posible regresar al Perú para trabajar ya que sin los medios que poseen en los países donde están les es imposible mantener su nivel profesional. Con ellos nuestro país perdió mentes valiosas y sus países anfitriones ganaron un generador importante de riqueza como consecuencia del conocimiento.


Queda en cada uno, seguir su vida afuera o regresar. Ya vimos más o menos por qué quedarse afuera parece lo más "razonable".

Veamos qué podemos hacer si regresamos. Ya con el diploma bajo el brazo y la hoja de vida algo gordita, si lo que queremos es empezar una familia o comenzar una vida adulta podemos intentar ganar dinero, y eso es posible al corto plazo enseñando en una o varias universidades. En especial las privadas, porque allí pagan extraordinariamente bien con respecto a la universidad nacional y ocuparán apenas un pequeño porcentaje de esfuerzo académico, el esfuerzo es exigido en otras cosas. Puede que con esta jugada ya la vida esté resuelta, porque se puede amasar fortuna y tener las comodidades materiales para empezar a tener una familia o empezar a hacer un patrimonio. En pocas palabras la estabilidad laboral y económica tan ansiada en estos tiempos de desempleo y sub-empleo. Después de un tiempo, uno puede ponerse a pensar "¿y mis investigaciones?, ¿estoy cultivando lo que tanto me gustaba y que me esforcé tanto por aprender?, ¿me estoy olvidando de cosas de las que me jactaba de conocer bien?, ¿mis tantos estudios están sirviendo realmente para algo?".

Y aquí viene la alternativa más extraña para muchos, ¿regresar al Perú a hacer ciencia?. ¿Con qué y con quiénes? serían las primeras preguntas. En nuestro país no hay más que trabas, salario poco interesante, falta de valoración del trabajo científico, falta de políticas para el desarrollo de las ciencias, poca o ninguna infraestructura, poco aprecio a nuestro trabajo, falta de reconocimiento, etc. O sea si uno regresa a hacer ciencia en nuestro país, uno regresa para buscarse problemas y frustraciones que en donde estábamos no existen. Si uno quiere hacer ciencia en nuestro país necesita estar dispuesto a sacrificarse, incluso renunciar a la posibilidad de tener comodidades con tal de realizar esto para lo cual la vocación es lo indispensable. Si uno siente que puede ser útil y se siente bien contribuyendo al desarrollo de nuestro país, entonces es el indicado para intentar hacer ciencia en el Perú. Como no hay mucho de eso por aquí, se tiene la sagrada y privilegiada misión de ser uno de los pioneros en su área, comenzar una escuela científica desde casi cero. Tener la satisfacción de formar estudiantes que a más largo plazo continuarán la revolución que nosotros empezaremos. Ser el referente nacional de ese ímpetu progresista que sacará a nuestro país del subdesarrollo. Es una aventura en la cual nuestra creatividad y nuestra entereza emocional jugarán un rol importante.

Elige tú el camino y cualquiera que sea el que tomes, que tengas mucha suerte, pero si eliges el de venir a hacer ciencia en el Perú tendrás la admiración de tus alumnos y de aquellos que sabemos valorar ese esfuerzo que probablemente hagas tú en el silencio de tu propia realización personal.

Amar a tu país se puede hacer de dos formas: siendo el hincha que sufre y goza desde la tribuna con los goles de los jugadores de su equipo, que los pifea cuando juegan mal y hacen suyos los triunfos que ellos logran o ser uno de esos que están en la cancha dando lo mejor de sí aunque esos hinchas para los que juegan no los aprecien y más bien los desalienten. A nuestro país, los hinchas le sobran, pero en todos los terrenos y disciplinas nos faltan jugadores.

Hasta pronto estimados amigos.

domingo, 25 de julio de 2010

El extraño de pelo largo...

Para aquellos que creyeron suspicazmente que se trata de mí les digo que se equivocaron. Este profesor tiene una especie de personalidad legendaria, muy místico y misterioso. Ya no enseña en la facultad, se aburrió de que le dieran Cálculo Vectorial I siendo el hombre todo un experto en álgebra. 

Una compañera de ya hace algunos años me cuenta cómo fue la primera vez que lo vio. Me decía que estaban esperando al profesor del curso y en eso entra un tipo silencioso, de cabello largo, polo metalero, pulseras de metal y botas puntiagudas. Todos lo remarcaron pero sólo atinaban a observarlo, de pronto alguien digo "miren, ¡está dictando clase!" y era verdad, se trataba del profesor Mario Santiago, conocido también como "Maná". Esa narración data del año 94. Muchos de sus profesores actuales llevaron con él, era muy temido ya que tan sólo con ver la lista de calificaciones de sus exámenes podíamos darnos cuenta del nivel que poseía. Jaló a salones enteros también.

El profesor tiene un estilo particular, es increíblemente formal y ordenado en la pizarra. Sus explicaciones también lo son, aunque no es muy comunicativo, hablar con él es muy interesante. Siempre tiene mucho para decir y es un tipo muy hábil en todo lo que enseña. Su pasión es el álgebra y la topología de conjuntos. Podría decir que mientras más abstracta sea la cosa, él estará más a su gusto. Su caminar es lento, siempre erguido, de mirada incierta y seria. Su cabello largo a veces sufría algunas modificaciones y siempre, hasta cuando usaba short, calzaba sus características botas.

Es discípulo del gran profesor Carlos Chávez. Él me contó que nunca fue alumno de su curso, simplemente un día se acercó a él y le dijo que quería ser su alumno, el profesor Chávez no sabía mucho sobre él así que le dio un tema rudo para que lo estudiara y luego se lo pueda exponer. Grande fue su sorpresa al presentarse él ya con el tema estudiado sin requerir mucho tiempo. De allí no sé bien lo que sucedió.

El profesor Santiago también fue mi profesor, estuvo a cargo de la práctica del curso "Introducción a la Topología". Si el profesor Chávez cuando llevé álgebra lineal me hizo ver que estaba perdiendo la formalidad que yo admiraba, el profesor Santiago me hizo ver que estaba dejando de lado la precisión de mis suposiciones y la justificación de las mismas en un contexto amplio. En la primera práctica saqué 8, yo me sentía totalmente decepcionado de mí mismo pero me di cuenta que tenía toda la razón para ponerme esa nota. Debía ser muy cuidadoso con lo que escribía y considerar todos los casos siempre, hasta los que parecen triviales, a partir de allí ya no me jaló y mi rigurosidad se volvió ya una práctica permanente. Hubiera querido que este profesor me dicte algún otro curso pero no fue posible. Es justamente en este curso donde ocurre la anécdota que señaló Hugo Castillo: Dos profesores de la facultad estaban dándo práctica junto conmigo y en eso dice uno de ellos :" Oe, pásate unaaaaaaa" a lo que el otro replicó "¿Cuáaaaaaaaaal?" y el otro dijo "La que seaaaaaaaaaa, porque no me sale nadaaaaaaa". Y se podía hacer esto porque el profesor a la hora de las evaluaciones se retiraba del salón, nosotros podíamos usar libros y apuntes. Al retirarse daba la impresión que él nos decía tácitamente "Si quieren también pueden copiar entre ustedes pero igual no van a aprobar si no han estudiado". Y a veces se iba a dar una vuelta por allí, incluso se iba a San Marcos y regresaba o ya no regresaba hasta el día siguiente.

Ahora no sé mucho de él, lo encontré en el 2007 dictando en la facultad pero el pobre se sentía aburrido con esos cursos que tenía. Él es para mí un ejemplo de un alma libre, que hace lo que le gusta y no se vende al sistema. Es un buen matemático y profesor. Espero que algún día vuelva a la UNI porque realmente hace mucha falta.

Saludos Mario donde quiera que andes. Regresa cuando quieras a nuestra querida Facultad.
Hasta pronto amigos.

jueves, 22 de julio de 2010

Estudiantes de la UNI versus Estudiantes de Francia

Algunas veces nos hemos preguntado, ¿cómo serán los estudiantes de ciencias en otros lados?, ¿serán más inteligentes que nosotros en los países desarrollados?, ¿serán más estudiosos?, ¿estarán mejor preparados?. No hay forma de responderse a esas preguntas si es que no se ha estado entre ellos. Y ese fue mi caso, estuve en Francia cuatro años y medio, desde la mitad del 2005 hasta principios del 2010.

Cuando llegué tenía una beca del CONCYTEC, sólo duraba un año así que a partir del segundo tuve que trabajar. Y el primer trabajo que tuve fue de jefe de prácticas de un curso de programación en MAPLE. Tuve la suerte de haber trabajado con este programa antes, cuando estuve en España. El problema era que mi francés no era suficientemente bueno. Llegué allá habiendo tomado varios cursos de francés pero la gente que no es latina no era en general muy acogedora. Justamente entendí allá que los latinos tenemos otra forma de ver el mundo, aquí no se nota porque hemos vivido rodeados por gente como nosotros pero allá donde los corazones a veces son más fríos sí se nota. Y yo que soy una persona normalmente tímida y corta para hablar no funciono igual allá que acá, donde la gente se acerca a conversar y socializar con uno.

Entonces mi francés no se había desarrollado al ritmo esperado. Me preparé todo el verano viendo televisión y escuchando cualquier programa de radio. Al llegar el día de clases tuve que ir al ruedo no más. Dependiendo de la hora encontré alumnos de diversos tipos, en la mañana estaban los más estudiosos, no todos pero una buena mayoría. Y el último salón simplemente era una desgracia, gente muy inmadura que hablaba fuerte y no escuchaba lo que se le decía, el curso les interesaba un comino. En mi pobre francés e incluso en castellano yo no estaba preparado para esta situación. En la UNI nunca había pasado algo así, los alumnos son respetuosos por lo general y no están haciendo bulla cuando uno habla. Pero estos sí, y lo peor es que se hacen los sordos, son desafiantes, cínicos, etc. Y creo entender la razón por la que se comportan así: entrar a la universidad no les costó demasiado esfuerzo, pasar apenas el bachillerato con mención en ciencias y listo. Muchos de ellos estaban allí sin saber a qué se metían, sin ganas de estudiar, sin necesariamente una preparación previa.

El alumno de la UNI pasó por un complejo proceso de admisión el cual implica que al menos tuvieron la voluntad de prepararse para postular. Eso hace que estimen más su ingreso, que quieran aprender al máximo y que el nivel académico en promedio sea mucho más alto. Los estudiantes que tuve tenían todo tipo de comodidades que puede ofrecer una universidad del primer mundo. Yo recordaba cuando llevé computación que programábamos en computadoras con absolutamente todo el software pirata, incluso cuando venía el INDECOPI había que formatear a toda prisa las computadoras para que no se las lleven, mientras que ellos tenían pantallas LCD con máquinas o en Windows o en Mac, horarios holgados para practicar. Pero nada de esto era aprovechado por ellos. En el curso se pedía un mínimo de matemáticas para programar pero los estudiantes no sabían eso.

Por otro lado nunca pude socializar con ellos, con ninguno pude tener algún acercamiento. Sólo una alumna de matemáticas se cambió a informática y me dijo que fue porque le gustó mucho el curso y se dio cuenta que programar era lo suyo. 

La ventaja que tienen ellos es que existen diversas salidas laborales a lo que estudian, hay posibilidades para todos, y aquellos que quieran seguir la investigación hay muchos caminos para llegar.

Otra cosa más, por si no lo sabían, las universidades francesas son gratuitas salvo matrícula que son unos 500 euros al años para doctorado. Este dinero no es realmente exorbitante para el nivel de vida francés.

Así que piensen que ya por estar en la UNI tienen un gran potencial, que el hecho de ver sus cursos complicados no les haga olvidar que realmente pueden hacerlo y que si lo hacen bien prácticamente no tendrán barreras en conseguir sus metas. Que nadie les haga pensar lo contrario, ni los compañeros ni ningún profesor. Simplemente esfuércense y lo demás ya lo tienen.

Hasta pronto.

lunes, 19 de julio de 2010

El enamoramiento y los estudios

Quien escribe no es para nada un artista del arte de encantar a las mujeres, así que la llegada del amor a mi vida fue bastante tardía. Mis tres primeros años de universidad habían pasado sin este fenómeno. Me interesé en algunas chicas pero nada que desviara mi atención de mis queridas matemáticas, el tercio de estudiantes y la vida en la facultad. Hasta ese momento, yo había sido más o menos puntual, solía asistir a clases, tener apuntes y todo eso.

En el cuarto año llegó alguien que simplemente se robó toda mi inspiración. Una cachimba me cautivó demasiado, era medio loquilla y de hablar apresurado. Me encontró en el pasillo y me dijo desesperada junto a su amiga "aaaah, ¿tú eres José Molina?, por favor ayúdanoooooooooos ¿siiiiiiiiiií?", me tomó tan frío esto que apenas atiné a decir "yaaaa, cuando quieras". Fue en ese momento que se produjo el amor a primera vista.

Al mismo tiempo, empezaba a pasar por una etapa de desmotivación, varios profesores ese semestre hicieron que mi motivación inicial se mermara. El ejemplo más resaltante fue el profesor del curso Análisis Funcional I. Es un profesor que admiraba y que era admirado por muchos. Un ejemplo de lo que suele pasar debido a la enseñanza en universidades particulares. El plan del curso me pareció interesante, él iba a dar varias clases y luego íbamos a exponer el curso. Sería un curso intensivo pues hasta la hora de práctica sería ocupada en exposiciones. Me esmeré mucho en la mía debido a que este profesor es muy bueno en su dictado y yo quería estar a la altura. Después de eso empezó toda la pesadilla, pasaba que o no venía el expositor o venía mal preparado y pedía otra oportunidad o no venía el profesor o llegaba demasiado tarde. Eso empezó a pasar mucho y el curso ya era un mamarracho. Fue tanto así que dos semanas de que acabe el semestre ni habíamos llegado al tema de espacios de Hilbert.

Yo estaba realmente muy decepcionado y me deprimí bastante por esto, no podía creer que este profesor se había vuelto como esos profesores que detesto tanto (aparte de los recalcitrantes y tercos). Mientras tanto yo estaba enamorado, así que me daba igual ir o no ir. Decidí un buen día no ir más a este pseudo-curso. En lugar de eso me pasaba todo el rato con ella. Conversando, yendo para todos lados, ayudándole en sus cosas. Yo estaba tan prendado de esta chica que llegó un punto en que iba al salón, estaba en clase y al verla pasar abandonaba todo y me iba, olvidando mi mochila, mis cuadernos aah todo. Ya todo mundo se había dado cuenta de lo que me pasaba.

Al contrario de lo que se puede pensar, me iba bastante bien en los cursos, llevaba Ecuaciones Diferenciales Ordinarias, Teoría de la Medida, Álgebra Homológica (con el maestro Carlos Chávez). En el otro  no se podía decir mucho, ya que uno de ellos era amorfo.

El profesor de Análisis Funcional I se me acercó un día, me preguntó porque no iba más a clase, yo le respondí el porqué: "El curso no tiene ni pies ni cabeza, usted se volvió un irresponsable y por ello no se siente capaz de exigir a los compañeros, por eso decidí abandonar el curso". Vi en su rostro un sentimiento de culpa y vergüenza. Se puso muy rojo y su gruesa voz cambió a un tono más suave. Me aseguró que a partir de ese momento el curso iba a retomar su ritmo normal, que ya nadie más iba a exponer, él mismo lo acabaría y que por favor regrese. Y dicho y hecho cumplió su palabra. En esas dos semanas dio un magnífico curso.

El siguiente semestre fue terrible, me declaré a esta chica y fui rechazado, de buena manera pero duele mucho. Eso sí afectó mis notas el siguiente semestre, obtuve el promedio más bajo de toda mi vida, en el curso de Sistemas Dinámicos en el quería destacar para ver si me recomendaba el profesor Benazic al IMCA, obtuve el mínimo para aprobar. Todo me fue mal allí. Ya no podía estudiar, tenía ganas de dejarlo todo.

De castigo en el siguiente semestre me matriculé en 27 créditos, entre los cuales está el excelente curso de Relatividad I, dictado por Armando Bernui. Pero aquí pasó la segunda catástrofe, tuve mi primera enamorada el 16 de marzo del 2001, nos conocimos poco antes de mi viaje a España y a mi regreso empezamos. Mientras todo iba bien, en la universidad también era así, pero el 9 de junio me terminó por correo. Mi mundo se vino abajo, tenía 27 créditos para aprobar y mi corazón estaba destrozado, no sé cómo sobreviví a este semestre, fue la primera vez que fui a una práctica y no pude responder nada de nada. Qué difícil es estudiar estando sumido una pena tan honda. Entendí algo que me había aconsejado un amigo cuando ingresé: "Nada de enamoradas en los primeros años, sino cuando los ratos no sean tan buenos arrastrarás contigo a tus cursos y no podrás aprovecharlos", sentía que sucedía "a la vejez viruelas".

Me di cuenta que tampoco conocía de mi inestabilidad emocional, nunca me había enfrentado a algo así. Y realmente es un aspecto que subestimé en mí porque veía a mis compañeros cachimbos que tenían sus parejas y sus notas caían hasta desaprobar, abandonando la universidad en algunos casos. Yo decía que eso era absurdo y que no podía pasar, pero efectivamente pasa y con fuerza.

Así que si sólo pediré recordar, aunque sea muy difícil, en esos momentos de depresión que no olviden las metas académicas que se trazaron, normalmente ellas serán más perennes en el tiempo. Y sobre todo, no se aparten, no estén solos enfrentando estos problemas. Busquen ayuda, distracciones. Cuando uno está solo el martirio es permanente, se escucha música triste, el ser humano es experto torturándose más. Para apoyarnos en eso están los amigos, sino ¿para qué están?.

Saludos y hasta la próxima

viernes, 16 de julio de 2010

Profesores tercos y recalcitrantes

Supongo que muchos pasaron por ellos. Yo pasé exactamente por cuatro: uno de economía, uno de física y dos de matemática. La característica común de ellos era el no escuchar a nadie, ellos decían tener la razón y uno era una especie de limitado mental que no podía producir buenas ideas.

El de economía puede llegar a ser una persona hasta agradable mientras uno no es alumno de él. En clase simplemente quiere que uno escuche, siempre desecha cualquier aporte o crítica de su clase y cuando uno reclama por una pregunta que apenas es una triste suma (¿difícil?), para él uno siempre está equivocado ni ve la solución. Es tanta su terquedad que es capaz de poner puntos sin necesidad de verificar la veracidad de lo que se dice. Muchos llegaron a odiarlo (como yo) después de hacerle algún reclamo por una pregunta mal corregida. Simplemente no acepta si uno no llega a la violencia verbal.

El de física era el jefe de práctica de mi curso de física 3. Un tipo desagradable que si le pedíamos ayuda en el laboratorio nos bajaba puntos por no haber entendido ciertas cosas. El clímax fue cuando tuvimos una práctica calificada y se nos pidió integrar un campo eléctrico constante en un rectángulo (para utilizar la ley de inducción de Faraday). Como algunos de ustedes sabrán, esta integral sale cero, pero al individuo nos puso a todos los que llegamos a ese resultado 0 puntos, sólo uno que había sacado el mismo resultado erróneo del profesor (no entendió lo que es integrales de línea) obtuvo los 4 puntos. Cuando le reclamé y expuse mi solución, el tipo me salió con una gran genialidad, digna de nunca olvidarse: "Está bien tu solución pero en física nosotros integramos de otra manera"... qué desastrosa esa frase, felizmente el profesor de teoría me dio la razón y consiguió que nos ponga los puntos.

Si este último caso les pareció alarmante, esperen a los de matemática. Uno de ellos estaba en clase de análisis complejo y el teorema de Cauchy, cuya prueba normalmente es un capítulo entero, fue demostrado en un cuarto de pizarra. Yo estaba sorprendido pero se me ocurrió un ejemplo clásico que cumplía sus hipótesis (pero no las del teorema bien enunciado).


Pregunté por qué esa integral no daba cero como afirma el teorema de Cauchy. Empezó a dar vueltas, a ver su "teorema", primero dijo que sí sale cero, integró de dos formas distintas y lógicamente salieron resultados distintos. Empezó a divagar y finalmente se acabó el tiempo y dijo que buscaría para la próxima vez. Eso no me pareció nada mal, yo también he hecho pasar malos ratos a mis alumnos cuando se me olvida algo. En la siguiente clase dijo que ya había encontrado la solución y que me la mostraría luego de la clase pero que ella decía que la circunferencia no es una curva cerrada (sic). Yo dije ¿aaaaaaaaaaaah?, creo que hasta un niño pequeño sabe que la circunferencia es una curva cerrada, debe ser la curva cerrada en la que todos piensan cuando se habla de curvas cerradas. No puede ser, qué locura, fui a ver el libro de ingeniería que usaba para el curso y nada que ver con lo prometido e insistía en que la circunferencia no era cerrada. De allí nunca más fui a escuchar la clase de teoría, sólo a la encuesta. Este profesor se quiso vengar de mí, dijo que tendríamos el final un jueves y de pronto, el martes (el otro día de clases) veo un compañero apurado y le pregunto ¿qué examen tienes? y él me dice que de análisis complejo, yo aaah ¿no era el jueves?, a lo que él replica, sí yo también tenía entendido lo mismo pero él dice que es hoy. Quedaba media hora para que termine el examen. Entré a reclamarle pero me dijo, "si quieres da el examen". Triste su vida, en media hora no saqué una mala nota pero no la que debí sacar. En el sustitutorio pude sacar la nota que esperaba.

La otra persona que falta enseñaba un curso electivo, era un curso de matemática aplicada, que no es mi estilo pero pensé que sería buena idea llevar al menos un curso de eso. Todo bien en el curso aunque se comía demasiadas demostraciones para mi gusto pero lo entendía porque se trataba de un curso aplicado. En una de esas da la definición de matriz simétrica pero dice que tiene que ser invertible, yo pregunté si el cero era una matriz simétrica y ella dijo que sí. Realmente me di cuenta que esta persona no sabía escribir una definición. Luego viene la hecatombe, enuncia el célebre teorema de representación de Riesz y luego de enunciarlo dice que hay un contraejemplo, ¿contraejemplo de un teorema?. Le pregunté si lo que quiso decir es que quitando algunas hipótesis ya no se daba el resultado en su ejemplo. Dijo que no, que era un contraejemplo del teorema, yo pregunté ¿no es un teorema?, ¿cómo va a tener contraejemplo?, insistió en que sí y yo le pedí ese "ejemplo", una hora pensando en cual, la siguiente clase se tomó hora y media para pensar y nada, terminó la clase antes. La siguiente clase sólo estaba yo y me dijo que ya tenía el contraejemplo en un libro, mientras buscaba la página refunfuñaba y me dijo al final esta frase de antología "En mis tiempos, el alumno hacía caso al profesor, aunque estuviera equivocado" y yo ¿?, ya montaba en cólera, impaciencia, me mostró el "contraejemplo" de hecho no cumplía nada de lo que se pedía (distribución delta de Dirac) , ya no quise ver más y jamás volví a ir a su clase. Esta persona incluso les decía a mis compañeros que no me dieran los ejercicios del curso, a uno le llegó a decir que yo era una mala influencia, aaaaaaaaah mucho cuidado con esta persona.

Yo no veo nada de malo en equivocarse, pero sí detesto cuando alguien no es capaz de aceptar que se equivocó y en lugar de eso pone mil excusas y demuestra su poca calidad de persona. Espero que nunca llegue a ese punto, trataré siempre de no entercarme en un resultado, es mejor ser humilde y aceptar el error. Los alumnos podrán ver que uno conserva el respeto que se le tiene por mostrarse humilde.

Hasta la próxima

El poder de los alumnos

Creo que por el maltrato psicológico que se sufre cuando uno se prepara para la universidad, donde uno se da cuenta de pronto que no sabe nada y que hay gente que está muy por encima de uno se forma una especie de sentimiento de inferioridad con respecto al profesor. Y quizás por un maltrato salarial y esfuerzos no reconocidos, el docente también se lo cree.

Muchos parecen disfrutar el hecho de tener a los alumnos "bajo su control". Les ponen problemas ultra difíciles, les hacen creer. Recuerdo que yo cuando era un cachimbo, se acercó un amigo mío que estudia en la FIGMM con un ejercicio de física 1. Se nos daba las ecuaciones de dos planos y un punto inicial y la velocidad de una partícula para hallar el tiempo en que demoraba dicha partícula en pasar de un plano a otro. Yo estaba impactado por la complejidad de ese problema ¡porque se trataba de la primera prueba del primer semestre de universidad!. La física que podíamos aprender de ese problema era casi el uso de la triste fórmula velocidad=espacio/tiempo.

Y no era el único caso, de otras facultades llegaban monstruos de ese tipo, en especial de la FIEE y FIM. Veía problemas innecesariamente difíciles que no ayudan para nada a la formación de profesionales, sólo sirve para satisfacer el ego de los profesores que los proponen. Y si reclaman por la dificultad le dicen que tiene que preservar "el nivel académico de la facultad", con eso hinchan el pecho y reciben el flagelo con una pasividad alarmante.

Y estas facultades a la hora de las huelgas y tomas son bastante importantes. Pienso que con esa presencia podrían también protestar contra este maltrato del que son víctimas. El resolver una integral de medio kilo no los hará mejores profesionales. Pero sí lo hará el poder comprender bien el proceso de integración.

Y los alumnos tienen poder, un poder político importante que está en el tercio estudiantil. Yo participé dos veces de esto y noté que hay mucho que se puede hacer, en especial por el tema de profesores mediocres, irresponsables, que no van al curso, que faltan el respeto al estudiante no asistiendo puntualmente a sus cursos. Eso deberían pedir los alumnos ¡que se les trate con respeto!, con el mismo respeto que los profesores tratan a sus alumnos de las universidades privadas donde trabajan. Algunos piensan que como en la universidad nacional no se paga, esos alumnos no tienen derecho a nada. Siempre el poder del sucio metal nos tiene atormentados.

Y en las universidades privadas es al revés, los profesores son complacientes con los alumnos, tienen que tratarlos hasta con falso cariño para que se esfuercen y estudien, estudien casi nada porque sus evaluaciones tratan de que no se les maltrate mucho. Hay un porcentaje mínimo que debe aprobar. Por mucho que sepa el profesor, las especializaciones o grados que posea, será siempre un obrero para estas instituciones.

El cliente tiene la razón... quien paga es el cliente... los estudiantes pagan... los estudiantes tienen la razón. Así funciona en otros lados.

En la UNI y en cualquier universidad nacional, el que paga es el estado o sea todos nosotros, los alumnos que están formando son aquellos por los que nuestro país apuesta para su futuro. Y fueron seleccionados entre los mejores. Así que tiene todo el derecho y la importancia para ser tratado con dignidad, con respecto y con dedicación.

Los alumnos deben unirse contra los profesores que no cumplen su trabajo, existen las hojas de firmas, el tercio, el centro de estudiantes. Se puede lograr todo si se unen, no se dejen amenazar por el hecho de poder desaprobar. Es hora de despertar, nosotros también somos gente.

jueves, 24 de junio de 2010

Los compañeros del código

Yo postulé con muchas ilusiones a la escuela de matemática. Además que era la universidad de donde egresó mi papá, es una de las mejores del país en ese rubro. Quería aprender sobre todo lo que había leído alguna vez, quería aprender cálculo, conocer el asunto de la cuadratura del círculo, conocer nuevas geometrías, etc.

Pero cuando llegué a la facultad, todos hablaban de trasladarse, las conversaciones se basaban en cuánto puntaje se necesita para cambiarse, el mínimo número de créditos que se tenían que tener etc. Explico la situación, en la UNI uno tiene varias opciones de elegir carreras, por ejemplo el que quiere postular a matemática tiene que poner en sus opciones ingeniería económica, estadística, ingeniería industrial e ingeniería de sistemas.

Entonces casi nadie sabía en dónde estaba y menos si se iba a quedar allí. En ese momento me sentí algo decepcionado. Tenía la ilusa idea de que había más gente como yo entusiasta por la carrera y con las mismas ganas de estudiar. Me di cuenta que podría estar solo en esta aventura para la cual me había preparado tanto, pero no me desanimé, seguí con eso.

Mis amigos trataban de distraerse un poco, salían a tomar unas cervezas, al billar o tenían sus enamoradas. Estos últimos irremediablemente tuvieron un malísimo semestre y muchos de ellos dejaron la carrera luego. Yo pensaba, ah si tuviera enamorada ahora seguro ese sería mi destino así que aunque no era especialmente asediado por nadie, decidí abstenerme de eso. Jejeje como si tuviera opciones.

Otra decepción fueron los profesores que me tocaron, pocos lograron realmente hacerme sentir que las ganas que tenía de ser profesor estaban siendo totalmente justificadas. Había tipos relajados, irresponsables, desganados, etc. Yo no podía creerlo pero era cierto. Me deprimí mucho tiempo por eso hasta que encontré a mi profesor de álgebra lineal I, el gran maestro Chávez, que ya mencioné en una entrada anterior.

Ahora trato de incentivar a aquellos que están entusiasmados con la carrera tratando de que su ímpetu sea bien dirigido y que se encanten con la carrera que tanto quieren. El problema es que yo no voy hacia ellos, yo espero a que vengan solos. Y normalmente no llega nadie. Tengo una amiga que está estudiando álgebra lineal por su cuenta. Es la única persona que aprovecha mi existencia y mi disposición. Creo que me falta ser más comunicativo y mucho carisma para captar a más gente. Quizás dictar un cursillo por allí.

No todo aquel que llegó sin querer a la facultad anda desmotivado, de la gente que ingresó conmigo hay excelentes matemáticos que se enamoraron de esta carrera y agradecen al destino de haber llegado aquí, nuestra casa.

Hasta la próxima amigos míos.

miércoles, 16 de junio de 2010

Recién comienza, ya se le pasará...


El curso más gratificante de mi vida universitaria fue Álgebra Lineal I (sí sí sí, vectores, matrices, deteminantes), fue la primera vez que vi un matemático orgulloso de serlo y que comunicaba la emoción que le hacía sentir el curso, el venerable profesor Carlos Chávez. Es una persona muy agradable y tiene un gusto casi culinario por el álgebra. Me hizo ver desde la primera clase que había perdido la rigurosidad que hizo que me enamore de la matemática.

Para mí fue todo un honor recibir el encargo de dictar este curso, lo hice tres veces. Es el primer curso formal y netamente de especialidad que reciben los estudiantes de matemáticas. A mí me hubiera gustado despertar las mismas emociones que despertó en mí mi profesor pero mi personalidad no lo permite pero estaba muy entusiasta, los alumnos eran más tímidos que yo así que hice caso del alumno de arquitectura y me esforcé para que sea un buen curso.

El curso lo había pedido también el profesor de práctica, creo que estaría cerca a tener 50 años. Me contaron las malas lenguas que protestó porque yo era más joven y sin experiencia a lo que contestó el coordinador que yo ya casi tenía la maestría, no sé si es verdad, nunca pude confirmar esta información.

Noté que los alumnos no aprovechaban bien la clase de práctica porque los ejercicios estaban algo desfasados de lo que se hacía en clase. Entonces le propuse una nueva idea, que la hoja de problemas se entregue antes de que se dé la clase. Su reacción inmediata fue uuuh no, tienes que avisar con anticipación tengo mil cosas que hacer, bla bla peros y más peros pese a que mi propuesta incluía que yo sería el primero en hacer la hoja de problemas así ya tendrá tiempo para adaptarse a lo nuevo. Viéndose sin salida me dijo que él mismo la haría. Bueno, sí, antes de la clase de práctica pero apenas 4 horas antes. Allí supe que no podía contar con él para lo que pensaba, no compartía mi entusiasmo, para él era un curso más de su larga vida en la universidad. Pensé yo que el árbol que creció torcido no se endereza así que debo preocuparme más por aquellos que empiezan, los alumnos.

Mi informante, un buen amigo mío, me dijo que dicho profesor comentó: "Ahhh el profesor Molina a veces tiene unas ideas... es joven pues, recién entra. Ya se le pasará". En pocas palabras me decía que ya algún día tomaré este trabajo como lo toma él. Gracias a eso entendí cómo era el asunto, la mayoría de gente mientras más envejece, su entusiasmo desaparece, la mediocridad y el conformismo se vuelve su bandera y se le vuelve monótona la vida. Ya no espera satisfacciones, esa frase me dijo "CUIDADO QUE TERMINES ASÍ, OJALÁ NUNCA TE VEAS DICIENDO ESO".

Mi país está lleno de gente así, que no tira para ningún lado. Sé que el desarrollo está basado en que la gente haga con entusiasmo y amor su trabajo, sea vender seguros, tocar música, esculpir, pescar, barrer las callles, hacer de jaladora de una discoteca, etc. no hay profesión menor, ni siquiera enseñar matemática en la universidad...

Otra de las cosas que admiro del profesor Valqui es que a pesar de que enseña en la UNI desde 1959 (¡¿qué edad tiene ahora?!) contagia su emoción y un entusiasmo juvenil que hace que no notemos su experiencia salvo cuando nos percatamos de tu gran sapiencia que sólo puede ser producto de tantos años.

Como dice aquella canción "... Cuántas veces nos han dicho
riendo tristemente
que las esperanzas jóvenes
son sueños
muchos, de luchar están cansados
y no creen más en nada
de lo bueno de este mundo..." (Es la lluvia que cae - Los Iracundos)

Así que me propuse a que "no se me pase nunca" contagiándome del entusiasmo de mis propios estudiantes. Dicen que "todo tiempo pasado fue mejor", mentira, sólo es la juventud que permitía apreciar mejor ese tiempo. Pero disfrutando el trabajo que a uno le fascina hace no se envejezca jamás.

¡Hasta la próxima!

domingo, 13 de junio de 2010

El primer día de clases

Era un día de abril del 2003, yo llegaba apenas de Brasil, de una escuela de verano. Di mi examen para ingresar a la docencia y pude ingresar, en último puesto, porque más puntaje vale haber estado enseñando interminables años en la UNI que sacar el segundo puesto en el examen escrito que es una prueba más fiable de que se sabe algo.

Luego me dieron los cursos a dictar: cursos de práctica de la Facultad de Ciencias: Cálculo Vectorial 1 (matemáticas básicas 1), Teoría de Superficies y un curso en la Facultad de Arquitectura: Matemáticas 3 (normalmente se llamaría Matemáticas 1 pero allí hay nombres antojadizos).

Yo nunca había dictado un curso a un salón entero pero sí había expuesto muchas cosas en mi vida académica, sólo que es diferente, la idea es llegar al alumno, hacer que aprenda. No estaba nervioso pero sí dudoso de poder hacer el trabajo, aunque ganas no me faltaban así que me metí al ruedo con todo y zapatos. Pude darme cuenta de algo interesante: los alumnos nunca dicen nada, no debía preocuparme por sus críticas o reclamos, simplemente eran inexistentes, una vez un alumno de arquitectura me dijo algo que marcó mi vida: "Usted es el profesor, es el jefe, el que manda, sólo nos queda creerle lo que nos dice".

Eso me hizo reflexionar, me di cuenta que en mi querida universidad, en general, los alumnos vienen de una especie de formación castrense, la de las academias. Cuando uno sale de la educación nacional y comienza a prepararse para la UNI, si uno era sólo un alumno común y corriente se topa con la triste realidad: "sólo sé que nada sé". Es simplemente traumático ver cómo a otros les salen los ejercicios por docenas mientras que uno puja para hacer siquiera uno no tan difícil. Esto hace que nazca un complejo de inferioridad que lamentablemente también se fomenta en la UNI, por eso muchas veces lo que más le falta a un egresado de allí es el poder desenvolverse, sentirse capaz de tomar decisiones, un tipo con iniciativa.

Grata fue mi sorpresa al ver que este complejo de inferioridad no la tenían tanto los alumnos de arquitectura, se notaba que eran almas libres y rebeldes, dispuestas a todo para hacer valer su punto de vista. Quizás los de las otras facultades debamos contagiarnos un poco de ese espíritu para poder creer en nosotros mismos y en nuestras propias iniciativas.

El profesor no es un dictador, no lo sabe todo y puede equivocarse pero sobre todo puede rectificarse. Y uno como estudiante, por una regla casi de Darwin, está destinado a ser mejor que su profesor y para éste, esa debería ser siempre su meta.

Hasta la próxima queridos amigos.

Me presento




Soy José Augusto Molina Garay, matemático de profesión, profesor de matemáticas de vocación y trabajo en la Facultad de Ciencias de la UNI.
Facultad de Ciencias - UNI - Lima
Quizás deba decir que ser matemático no implica ser docente, a veces no nos queda de otra pero en mi caso es mi objetivo. Como alumno no fui nada sobresaliente, sólo puedo jactarme de no haber repetido ningún curso, pero nada resaltante en términos de notas.

Eso sí, fui el alumno incómodo para algunos en clase, el que preguntaba, el que hacía observaciones, el que no se dejaba engañar. Muy entusiasta con mi carrera aunque por causa de algunos profesores tuve momentos de depresión, como cuando a algunos de los que admiraba los veía transformarse en simples empleados de sus universidades, ganando bien pero dejando de ser libres.

¿Qué es se libre?, es tan relativo ese término, pero pasaré a explicar lo que es para mí en este contexto. Estoy en una facultad donde soy libre de dictar mi clase como mejor me parezca, dándole el enfoque que quiera, basándome en el programa curricular o en el avance de los otros colegas del curso, pero la forma de dar la clase, la pasión que le pueda poner es a mi antojo. Entonces, puedo comunicar todo lo que siente mi corazón, ponerle las ganas y el nivel que yo desee. Tengo la intención de hacerlo bien, aunque no siempre pueda, al menos quiero aprender. Tengo como lema que pasará el que estudie y esfuerce. Nadie necesita talento para pasar mi curso, sólo ganas y cuenta con toda mi ayuda. Tristemente, pocos la usan, a veces ese esfuerzo no es apreciado, pienso que soy culpable de eso, pero no el único culpable.

Signo de esa libertad es que nadie me impone cosas ni siquiera mi forma de vestir ni mi asistencia. No tengo que hacer pasar a alguien que no lo merece por cuestiones económicas como pasa con muchas universidades particulares. No tengo que frustrarme enseñando cosas que no enriquecen mis conocimientos. Sólo me debo a mis alumnos aunque a ellos no les parezca que sea así.

Si me ven algún día por allí, con el cabello corto sabrán que no tuve más remedio que venderme, y no descarto que pase, cuando pase será porque ya de mi trabajo no sólo dependo yo.

Hasta pronto si alguien lee esto.

Empezando un blog, empezando en Twitter

Saludos posibles lectores:
Aquí trataré de describir una de las experiencias más grande mi vida: el ser profesor universitario. Creo que uno no termina nunca de serlo, salvo que se tengan muchos años y se tengan en el haber muchos alumnos agradecidos y que apreciaron nuestro trabajo.

Verán que a mí, como a todos mis colegas de la facultad de Ciencias, nos enviaron al patíbulo que se encuentra frente a un aula repleta de mentes dispuestas a aprender o a simplemente pasar el curso para seguir existiendo sin decirnos cómo enseñar ni lo que se espera de nosotros. Llevo unos años en este negocio pero siento que hice bien en elegir esto que tantas satisfacciones (virtuales aún) me ha dado hasta ahora.

Espero que puedan acompañarnos, quizás puedas ver la enseñanza universitaria desde el otro lado del salón. Hasta pronto con la primera entrega.

Quizás algún día pueda ser la mitad de bueno que es el profesor Holger Valqui, una eminencia de la enseñanza de las ciencias en mi modesta opinión: