martes, 26 de abril de 2011

El Tercio Estudiantil y su poder (parte I)

Cuando entré a la facultad de Ciencias de la UNI, me sentí decepcionado porque no había mucha gente motivada (como fue contado antes) y me sentía algo solo. Quise conocer a los alumnos viejos pero ninguno daba signos de haber encontrado la motivación. Luego vi que los profesores eran muchas veces una porquería, porque no venían a su clase o llegaban tarde o porque se preparaban de cualquier manera.

Una de esas escorias fue mi profesor de prácticas de Cálculo Diferencial y Geometría Analítica (primer curso de matemáticas), el horario era sábado de 8 a 12, bastante tiempo como para practicar mucho y recibir asesoramiento del profesor. Yo llegué emocionado a las 8, junto con otros puntuales que pensaban que la universidad era un lugar de respeto a la puntualidad. Esperamos, llegaba la gente, el individuo no aparecía ni nadie que nos diera razón de él. Siendo ya las 10 yo decidí irme a mi casa, los demás ya se habían ido antes o estaban por allí planeando irse al taco.

Yo me fui muy irritado de allí lógicamente, sentí que mis ganas de aprender no estaban siendo respetadas ni tampoco mi condición de alumno. Pasó lo mismo la siguiente semana, sólo que esta vez el tipejo sí llegó, eran las 10 de la mañana cuando apareció, hizo unos problemas a la volada. La semana siguiente era la calificada y los problemas no estaban fáciles y no tenían que ver con lo que se vio la semana pasada. La semana siguiente el individuo prácticamente nos sermoneó a todos, diciendo que éramos incompetentes, etc. etc. Yo levanté la mano y dije que teníamos 4 horas de práctica pero como el señor llega tan tarde y no hace mucho es difícil que éste pueda trasmitirnos sus conocimientos. El pata medio que se asó pero no me dijo nada.

Después, fue hubo la Cienkana, un alumno del Centro de Estudiantes vino a pedirle al profesor que nos soltara temprano para poder participar, a lo cual el sujeto ese (que acababa de llegar a las 9 am) dijo, "¿nos vamos?, ¿sí?, nos vamooooooooooooos" y se fue.

Yo guardé muy bien en mi mente todo esto que nos hizo y muchos otros casos que me contaban, estas cosas me molestaban demasiado y pensé que tenía que hacer algo. Conocí la existencia del Tercio Estudiantil de la Facultad, y las posibilidades con él. Sentí que allí podría intentar cambiar algo la situación de postergación que teníamos los estudiantes y otros problemas que nos aquejaban. El tiempo se encargaría de darme la razón e incluso podría hacerle sentir a aquel individuo que a los alumnos se les respeta.

El profesor aquel presentó sus papeles al consejo para ascender, el proceso no debería presentar mayor problema ya que con el tiempo de servicio y la maestría que tenía iba a ser casi automático como con el resto de postulantes. Yo estaba en la comisión que revisaba los expedientes, cuando llegó su expediente conversé con el resto de la comisión sobre mi experiencia con él, decía que cómo era posible que la poca responsabilidad y respeto que él tenía para los estudiantes no estuviera reflejada de alguna forma en este proceso. El director de escuela de aquel tiempo estaba sorprendido por lo que decía, parecía que nunca hubiera sabido de esta realidad tan evidente para cualquier estudiante de cualquier facultad de mi universidad y quizás de cualquier universidad nacional. Pero lo triste es que no se podía hacer nada. Obvio, aquí hay un punto importante, los alumnos mismos deben tomar iniciativas para hacer constar las faltas de sus profesores, no debería ser así pero es la realidad. Yo no quise quedarme con los brazos cruzados y tuve conversaciones similares con varios profesores del consejo de Facultad. Llegué a concebir un plan que aunque quizás fuera de reglamento, sacudiría un poco las cosas en nombre de todos los estudiantes que pasaron por lo mismo con este profesor.

Llegó el día de la votación en el consejo de facultad, antes de proceder a votar pedí dar un discurso de consciencia para la elección. Empecé a decir generalidades sobre un voto responsable y no sólo por cumplir ya que algunos de los postulantes no merecen ese ascenso, luego en pocos segundos la experiencia que tuve en primer ciclo hablando de el profesor de forma anónima hasta que al final dije su nombre. Escuché un grito desde el fondo ¡es muy tarde para pronunciarse sobre eso ahora son las elecciones!, escuché que era ilegal y no sé qué más. Para mí ya era suficiente. Lo que hice causó efecto, de todos los que postularon sólo el susodicho no obtuvo la mayoría necesaria para que proceda su ascenso. Él se encontraba detrás de mí, no estaba muy contento, habló con mis otros compañeros del tercio y pidió conversar con nosotros y así lo hicimos.

Cuando hablamos me dijo que por qué no le había dicho nada sobre eso, que se hubiera remediado y que no sé qué. Tuve oportunidad de recordarle que yo era el alumno que le reclamaba sobre eso cuando estaba en el curso pero que me hizo el menor caso y que en sus otros cursos había esta conducta tan irresponsable también, que tristemente no era el único pero no debería suceder esto porque los alumnos merecemos respeto al igual que la universidad donde labora. Se excusó por aquella época, me dijo que tenía que trabajar en otro lado y que por eso no podía llegar a la clase. Yo le repliqué que no porque nosotros no pagamos debemos sentir que se nos hace un favor y que debemos mendigar su piedad, además que mínimamente uno puede avisar que no se va a llegar para que no estemos esperando y eso no justificaba que el sábado a primera hora no viniera como lo haría con alguna persona importante con la que tiene cita, ¡nosotros también deberíamos ser importantes para usted!. Al final nos pidió que no sigamos con esto, que él había entendido las razones de lo sucedido y que teníamos razón, que había entendido la lección y que realmente cambiaría su actitud.

Mis compañeros del tercio se aunaron a la causa, pero no todos y eso lo entiendo, éramos 4, en esa causa, de 6. Al final, quedaban dos instancias, la reconsideración del consejo de Facultad para lo cual necesitaba dos tercios de los votos y la reconsideración del consejo universitario como última instancia. Yo pensé que había sido suficiente con lo que había pasado, quise creer en las palabras del profesor así que no hicimos más. La reconsideración del consejo de Facultad no se dio, ya que ni llegó a la mitad de los votos otra vez y caso fue revisado en el consejo Universitario que finalmente le otorgó el ascenso.

Este profesor está hasta ahora en la facultad, los primeros años después del incidente mostró un verdadero cambio, yo personalmente estuve viendo eso. Ya en estos años recientes ha vuelto a lo mismo lo cual es lamentable.

Lo que quería compartir era principalmente que los alumnos realmente tenemos un poder de cambiar las cosas en nuestra facultad, no sólo basta con quejarse todo el tiempo, las acciones se pueden hacer y son necesarias. Pero poco se puede hacer si los alumnos no se unen para hacer fuerza. Estando en el tercio entendí bien eso, a veces la gente hablaba de hacer firmas y presentar su caso pero a la hora de firmar la lista de peticiones o dar la cara, la gente empezaba a ver por su propio pellejo y a manifestar ese maldito conformismo del cual está impregnada toda la sociedad peruana. Nuestra universidad es un pequeño Perú sólo que en principio somos un pueblo más desarrollado intelectualmente, ¿por qué no nos unimos para reclamos positivos como la asistencia de profesores, la responsabilidad, evitar el exceso innecesario de dificultad en nuestros exámenes (esto va para otras facultades), etc.?. He podido presenciar tristemente que la universidad fue tomada en varias ocasiones para reclamar sobre casos sin mucho asidero y liderados por apenas un grupo de estudiantes con intereses y jamás se hizo una protesta por la falta de responsabilidad de nuestros profesores que es un factor común en todas nuestras facultades.

Nuestra universidad (y nuestro país) avanzarán si llegamos a entender que la única forma de progreso posible es el bienestar común el cual es responsabilidad de todos.

Hasta la próxima.